La celda de la Santa está al subir al piso de las galerías del patio, y al recorrer dos de las crujías[5] de aquellas. Son las crujías largas y oscuras, porque las luces exteriores las reciben las celdas que están a uno y a otro lado. Sobre estas puertas, en sencillas cartelas, se leen consejos y advertencias sacados de los libros de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz. La celda de la Santa está abierta.
La parte de edificio, llamada la Celda de la Santa, es la que constituye el final de la crujía del piso principal y está formada por un grupo de tres habitaciones, a saber: la celda que es del ancho de la crujía y dos pequeñas estancias laterales que corresponden al de las celdas que la crujía tiene a derecha y a izquierda. La que propiamente se considera como celda de aquella es la del centro en la que está el altar y en ella la hornacina con la escultura de la santa, sin más adornos que las pinturas murales, caprichosamente modernas.
Dos puertas a los lados de la habitación central, comunican con las otras habitaciones. En la del lado derecho, entrando, no hay más que una pequeña mesa y sobre la mesa, dentro de una urna, un lindo Niño Jesús. La habitación de la izquierda es, por el contrario, abundante en lo que en ella se guarda. Relicario y museo, archivo y panteón. A la derecha, el sillón de pies cruzados y medio respaldo de vaqueta, que fue de San Juan de la Cruz; sillón compañero de una mesa que estuvo muchos años en una casa de la villa y pasó luego a otros poseedores, y finalmente al convento. En un lado de esta pequeña estancia, un estante encristalado en su frente, encierra en sus tres cuerpos interesante exposición digna, no de los ligeros apuntes de una rápida visita, sino de un libro detenidamente minucioso. En el frente del cuerpo principal del estante, estaba la casulla de San Juan de la Cruz, al lado el cáliz que usó también el santo y en el centro de esta parte de la vitrina está el «Libro de las Profesiones».[6]
La parte de edificio, llamada la Celda de la Santa, es la que constituye el final de la crujía del piso principal y está formada por un grupo de tres habitaciones, a saber: la celda que es del ancho de la crujía y dos pequeñas estancias laterales que corresponden al de las celdas que la crujía tiene a derecha y a izquierda. La que propiamente se considera como celda de aquella es la del centro en la que está el altar y en ella la hornacina con la escultura de la santa, sin más adornos que las pinturas murales, caprichosamente modernas.
Dos puertas a los lados de la habitación central, comunican con las otras habitaciones. En la del lado derecho, entrando, no hay más que una pequeña mesa y sobre la mesa, dentro de una urna, un lindo Niño Jesús. La habitación de la izquierda es, por el contrario, abundante en lo que en ella se guarda. Relicario y museo, archivo y panteón. A la derecha, el sillón de pies cruzados y medio respaldo de vaqueta, que fue de San Juan de la Cruz; sillón compañero de una mesa que estuvo muchos años en una casa de la villa y pasó luego a otros poseedores, y finalmente al convento. En un lado de esta pequeña estancia, un estante encristalado en su frente, encierra en sus tres cuerpos interesante exposición digna, no de los ligeros apuntes de una rápida visita, sino de un libro detenidamente minucioso. En el frente del cuerpo principal del estante, estaba la casulla de San Juan de la Cruz, al lado el cáliz que usó también el santo y en el centro de esta parte de la vitrina está el «Libro de las Profesiones».[6]
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