Teresa es radical, y lo radical sólo se puede vivir así, en la “pasión” en el borde del riesgo constante. Lo radical, y mucho más en la fe, se traduce en ámbitos desinstaladotes, en opciones de pobreza absoluta, en caminos sin más techo que la fuerza del cielo. Lo radical marca, y marca en gozo y en vida plena. Teresa es radical. Dios es su “pasión”. Una pasión desde el alba misma de su vida hasta la hora de la muerte. Una pasión que vive en el marco concreto de su vocación religiosa.
Una “pasión” que se hace aventura infantil. Se trata de comprar pronto y al mejor tiempo posible el gozo del cielo. Un gozo para “siempre, siempre, siempre…”. Y nace aquella aventura infantil que comparte con su hermano. Pronto, muy pronto, apenas han salido de Ávila se termina la aventura. Queda la “pasión”, el “ansia” por lo más radical y decisivo para una vida, el “ansia” de Dios.
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