El Dios de Teresa es el Dios de Jesucristo, siempre Dios y siempre Hombre para ella. Su espiritualidad y su vivencia son esencialmente cristológicas. Cristo es para Teresa el Libro vivo que la ilustra, el Maestro que la enseña, el Amigo verdadero que la acompaña, el Esposo divino que la enamora. Es una faceta esencial teresiana que ha sido abundantemente expuesta y analizada. Unos testimonios: "Vi a la Humanidad sacrosantísima... representóseme por una noticia admirable y clara, estar metido en los pechos del Padre"... El Hijo que se nos da es don del Padre ... El Padre que se nos ha dado es don del Hijo...
A sabiendas de que son muchos los lugares en donde se ha hacho lectura comunitaria de su 'Libro de la Vida', y ahora 'Camino de Perfeccion' (y muy bien organizados) nos parece apropiado dedicar este espacio a recordar a Teresa, en su encanto y su figura! Su sentido de la practicidad, su determinacion, su alegria, su carisma, su doctrina...en fin, todos los atributos con que nuestro buen Dios la engalanó y en ella, a todos sus hijos, y a la Iglesia toda. Todo ello, y lo que llevamos en el corazon, como acompañamiento y aporte a este Camino hacia el V Centenario de su Natalicio. Algo así, como una andadura fraterna y gozosa, en la que todos sus hijos, hablando de ella, hacemos que su recuerdo nos refresque el alma, mientras llegamos juntos a Su Fiesta!
ABRAZO EN JMJT!
ABRAZO EN JMJT!
martes, 23 de agosto de 2011
¿Qué pretende Teresa en sus acompañamientos?:
(de: Teresa de Jesús: un modo femenino de acompañar)
domingo, 7 de agosto de 2011
Sobre Las Moradas...
La coetánea madre Ana de la Encarnación nos recuerda cómo se redactó la obra en Segovia: “Una noche escribiendo el de Las Moradas, en el convento de Segovia, vi (desde la puerta de su celda, a donde estaba esperando si quería algo) que tenía el rostro con una luz muy clara, y de ella salían unos resplandores como rayos dorados ; y esto le duró, y vi por tiempo de una hora, que sería hasta las doce de la noche, que se dejó de escribir, y al punto que dejó el cuaderno se le quitó el resplandor, y parecía que estaba a escuras, para como estaba con el resplandor, y cuando escribía iba con tanta priesa y sin detenerse a borrar ni enmendar, que bien parecía cosa milagrosa”.
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